No le pertenecemos a nadie.



Ella tiene tanto miedo de que le quiten lo que cree que es suyo, pero no entiende que en esta vida no hay ser humano que le pertenezca a otro, ni nosotros mismos nos pertenecemos, no somos dueños de nuestras vidas y nunca sabemos si mañana seguiremos aquí.

Ella no entiende que lo que está con ella es el sentimiento, es la compañía, es la decisión, pero jamás puede decir que es dueña de otro ser porque solo somos dueños de eso que compramos, de los objetos y de los sentimientos que a pesar nuestro a veces no los queremos pero no hay forma de cambiarlos.


A veces me gustaría que ella entendiera que no puede ir controlando todo a su alrededor, que no puede ni debe perder el tiempo en dar explicaciones, en anunciar sus alegrías y su felicidad. A veces me dan ganas de hacerle entender a ella que eso no se dice, no se grita, no se presume… eso se vive, se disfruta, se guarda.

Dicen que la envidia nunca duerme y me da miedo que el día de mañana alguien llegue a echar a perder esas sonrisas que tanto ha pregonado, pero ¿qué puedo hacer yo si ella a mí nunca va a escucharme?

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